Leí por primera vez este romance cuando apenas tenía ocho años en clase de Lenguaje, cuando entonces cursaba 2º de EGB. Llegué a aprendérmelo, pues me gustó mucho, pero con el tiempo el libro se perdió y en mi memoria sólo quedaban algunas partes y una difusa historia. Cuando tenía 17 años mi curiosidad me llevó a buscarlo por las enciclopedias, pues para mí aún no existía internet. Lo encontré en una de ellas, pero no esta versión, sino la del Conde Olinos. Unos años más tarde conseguí una pequeña enciclopedia sobre los clásicos de la literatura española, y en el volumen de la edad media lo encontré tal como lo leí por primera vez y como aquí lo presento. Hoy en día se puede encontrar en muchas páginas de internet. Aunque siempre me quedará la satisfacción de conocerlo y recuperarlo por los clásicos libros.
Este Romance supuso para mi el punto de partida de mi pasión por la lectura y por la Literatura. La pasión por las letras impresas, el papel escrito y las versiones originales. Hoy en día soy muy fanático de los libros en papel, sobre todo en tapa dura. Detesto escuchar que se ha tirado un libro a la basura. No tengo ninguno en formato digital y sin embargo mi mano apenas sabe escribir algo legible... Aquella profesora, Luz Marina, nos hizo recitarlo hasta que mi memoria comprendió que la literatura era un arte del que jamás debería ni podría escapar. Quizá la primera gran lección que aprendí en la escuela, después de saber que la mochila pesa.
Este romance narrativo-lírico es un bello poema anónimo que ya aparecía en los cancioneros de finales del siglo XV, en la baja edad media. Los juglares lo recitaban al pueblo, quién de boca en boca fueron transmitiéndolo quedando así en la memoria y pudiendo llegar hasta nuestros días, que figura entre los clásicos de la literatura española. De esta manera de transmisión surgieron varias versiones, así tenemos también El Romance del Conde Olinos o el del Conde Arnaldos, que presentan algunas variaciones. El que aquí aparece es el del Conde Niño, aunque para todas sus versiones el título es el de Amor más poderoso que la muerte.
Fue muy popular en la Península, en América y en Marruecos. El tema central, las maravillosas transformaciones que sufren dos amantes perseguidos, se halla de la misma manera en las literaturas orientales que en las europeas.
A diferencia de muchos romances, el final está bien definido. Es destacable la aparición de elementos sobrenaturales o con algún poder mágico, lo que lo dotaba de cierto misterio.
Los romances son originarios de la península ibérica, los juglares los transmitían por los pueblos oralmente pues no había escritura. Este romance se puede encontrar escrito ya en los romanceros del siglo XVI. Es anónimo y no se sabe lugar exacto de procedencia.
Se conocen más de 75 versiones de este romance, entre peninsulares, americanas, judías y combinadas con versiones de otros romances. El romance del Conde Niño llegó a América en la memoria de los colonizadores españoles.
AMOR MÁS PODEROSO QUE LA MUERTE
Conde Niño, por amores es niño y pasó a la mar;
va a dar agua a su caballo la mañana de San Juan.
Mientras el caballo bebe, él canta dulce cantar;
todas las aves del cielo se paraban a escuchar,
caminante que camina olvida su caminar,
navegante que navega la nave vuelve hacia allá.
La reina estaba labrando, la hija durmiendo está:
-Levantaos, Albaniña, de vuestro dulce folgar,
sentiréis cantar hermoso la sirenita del mar.
-No es la sirenita, madre, la de tan bello cantar,
si no es el Conde Niño que por mí quiere finar.
¡Quién le pudiese valer en su tan triste penar!
-Si por tus amores pena, ¡oh, malhaya su cantar!,
y porque nunca los goce yo le mandaré matar.
-Si le manda matar, madre juntos nos han de enterrar.
Él murió a la media noche, ella a los gallos cantar;
a ella como hija de reyes la entierran en el altar,
a él como hijo de conde unos pasos más atrás.
De ella nació un rosal blanco, de él nació un espino albar;
crece el uno, crece el otro, los dos se van a juntar;
las ramitas que se alcanzan fuertes abrazos se dan,
y las que no se alcanzaban no dejan de suspirar.
La reina, llena de envidia, ambos los mandó cortar;
el galán que los cortaba no cesaba de llorar.
De ella naciera una garza, de él un fuerte gavilán,
juntos vuelan por el cielo, juntos vuelan a la par.
No puedo explicar el sentimiento que genera en mí leer este romancero. Me traslada a aquel momento, el cual veo con total nitidez, absoluta consciencia, plena memoria y créanme que, ahora, al escribir estas letras, sonrío... ¡sí! pura pasión...
¡LITERATURA!
Damián Serrano